Había vez en una ciudad muy bonita una bacteria muy chiquitita.
Un día, en submarino, llegaron unas serpientes reptilianas, que pretendían devorar a
nuestra célula enana.
Un caballero, el cangrejo gruñón, pinchaba y pinchaba para subir la presión.
La bacteria asustada sacó una escalera para hacerle una foto a la serpiente marrullera.
Entonces el caballero se puso el casco mientras tomaba una pastilla que daba asco.
La pastilla le torno en cangrejo en intento a las serpientes arrancar el pellejo.
La bacteria mareada daba vueltas y vueltas buscando su santo grial desesperada.
Pero un calamar que por allí pasaba sin compasión ni nada la intento devorar.
A esas alturas ya estaba atardeciendo cuando las estrellas estaban apareciendo.
Las serpientes a la bacteria raptaron y en un puchero calentaron.
El caballero atontado no unía las piezas y a latigazos lanzaba como si fuera una vieja.
Cuando a lo lejos se veía un catalejo lleno de químicos para matar cangrejos.
El catalejo de sustancias nocivas al caballero roció y en oxigeno se convirtió.
Las serpientes con mucho rencor mataron al calamar para su objetivo lograr.
La bacteria avispada el momento aprovecho y del puchero caliente corriendo salió.
Muy original Rodrigo. Gracias por compartir esta poesía
ResponderEliminarrealmente creativa.
ELENA PROFE
ES SÚPER ORIGINAL ¡QUÉ IMAGINACIÓN!
ResponderEliminarCARMEN
ES SÚPER ORIGINAL ¡QUÉ IMAGINACIÓN!
ResponderEliminarCARMEN