domingo, 29 de noviembre de 2015

poesia de compañeros de escritura creativa y yo.

Había vez en una ciudad muy  bonita una bacteria muy chiquitita.
Un día, en submarino, llegaron unas serpientes reptilianas, que pretendían devorar a
nuestra célula enana.
Un caballero,  el cangrejo gruñón, pinchaba y pinchaba para subir la presión.
La bacteria asustada sacó una escalera para hacerle una foto a la serpiente marrullera.
Entonces el caballero se puso el casco  mientras tomaba una pastilla que daba asco.
La pastilla le torno en cangrejo en intento a las serpientes arrancar el pellejo.
La bacteria mareada daba vueltas y vueltas buscando su santo grial desesperada.
Pero un calamar que por allí pasaba sin compasión ni nada  la intento devorar.
A esas alturas ya estaba atardeciendo cuando las estrellas estaban apareciendo.
Las serpientes a la bacteria raptaron y en un puchero calentaron.
El caballero atontado no unía las piezas  y a latigazos lanzaba como si fuera  una vieja.
Cuando a lo lejos se veía un catalejo lleno de químicos  para matar cangrejos.
El catalejo de sustancias  nocivas al caballero roció y en oxigeno se convirtió.
Las serpientes con mucho rencor mataron al calamar para su objetivo lograr.
La  bacteria avispada el momento aprovecho  y del puchero caliente corriendo salió.

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