martes, 22 de marzo de 2016

La torrija

La torrija, un postre con raíces humildes


Las primeras referencias históricas a la torrija (o torreja) se remontan al siglo XV. Al parecer, ya en aquel momento se utilizaba este alimento para ayudar a las mujeres recién paridas a recuperar sus fuerzas tras el alumbramiento. Ciertamente se trata de un plato con una gran capacidad para saciar el hambre y aportar energía. Tal vez por eso se ha asociado habitualmente a las torrijas con periodos de abstinencia de determinados alimentos, como siempre se ha considerado a la Cuaresma en la cultura católica. Actualmente, ese concepto está superado, y la torrija se ha convertido, sencillamente, en un dulce más, tradicionalmente elaborado en las fechas próximas a la Semana Santa, aunque en muchos lugares se prepara durante todo el año.
Las torrijas también se han consumido en épocas de estrecheces económicas, en las que se necesitaba un alimento completo y barato que, además, permitiera aprovechar ingredientes que habían sobrado en la cocina y que muchas familias no podían permitirse el lujo de desperdiciar, tirándolos a la basura. De hecho, el pan idóneo para elaborar este dulce debe ser algo duro, de dos o tres días, para que, al mojarlo en leche, la rebanada no se deshaga. A veces se usaba algún sobrante de leche y se reutilizaba el aceite de freír. Para endulzar, bastaba un poco de azúcar, vino o incluso miel, que en ocasiones se mezclaba con agua para obtener una mayor cantidad de almíbar.





Para todos los gustos

La torrija clásica es, precisamente, la que se baña en leche hervida con canela y limón, antes de rebozarla en huevo y freírla en aceite de oliva. Hay quienes, después de pasarla por la sartén, la bañan en miel o la espolvorean con azúcar. La otra receta más utilizada es la que sustituye la leche por el vino dulce. Pero, a partir de ahí, el enorme éxito de este postre ha hecho que muchos reposteros hayan optado por innovar y ofrecer algunas variantes muy interesantes, como la torrija rellena de crema, la de té verde o la bañada en chocolate. En algunos restaurantes las sirven con nata y fresas, y hay quien se ha atrevido a hacer torrijas saladas, con queso, pimientos y anchoas, abandonando el campo de los postres para convertirlas en un plato totalmente distinto


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